Para el año 1988 mi primo y un socio estaban trayendo caballo de Florida para venderlos en Puerto Rico… su mercado eran los aficionados a los rodeos y a las carretas (que estaban de moda en el área sur), por lo que mayormente traían Quarter Horses, Appaloosas y Belgas… pero un día me llamó para decirme que habían traído unos ponies, por si quería ver uno para Maldy (mi hijo, que en ese entonces tenía dos años)… Así que después de dos o tres años fuera de los caballos, compré un pony alazano tostado con crines guajanas para Maldy… y le llamamos “Be Happy”, que era parte del título de una canción que Maldy se pasaba repitiendo: “Don’t worry, be happy”

La verdad es que Maldy nunca desarrolló el gusto por los caballos… pero Be Happy sirvió para despertar el mío… Poco tiempo después, mi tío me ofreció la barriga de una de sus yeguas… y oficialmente, mis “vacaciones” se habían terminado…

De esa barriga nació Rocío… una potranca zaina hija de Naranjito (Naranjo / Soñador / Telégrafo / Guamaní) en Bucaná (Bucanero en Tenerife)… Rocío era grande, bonita y delicada, pero no era una yegua de competencias, le faltaba velocidad… así que decidí hacer un experimento y cruzarla con un caballo Colombiano que pudiera darle la rapidez que a ella le faltaba…

En ese entonces (1991) ya yo frecuentaba las competencias de Los Abiertos y estaba al tanto de las líneas colombianas “de moda”… pero me preocupaba la tendencia a la Trocha que podía observarse en algunas de esas mismas líneas… así que me di a la tarea de buscar un padrote que tuviera lo que buscaba, pero a la vez, que fuera natural en su paso…

Aunque los Resorte ya eran la línea preferida en las pistas, yo me inclinaba más por la línea de Plebeyo (Chucuanos)… el problema es que aquí no había muchas opciones para encastar… al menos eso era lo que yo pensaba… hasta que fui a una competencia en Trujillo Alto donde Rafi Rivera llevó un caballo buenísimo que le dio “una chiva” al caballo Cancionero… el caballo de Rafi se llamaba Hirohito…

De este cruce salió La Cenicienta… una potranca baya que tenía un trote suspendido mientras corría suelta con su madre… pero que tan pronto la destetamos y le pusimos un jaquimón con una soga, dejó el trote y empezó a marcar los cuatro tiempos del Paso Fino… así que decidí vender a Rocío y aventurarme en el mundo de los Caballos de Paso Colombiano con La Cenicienta…

Ya había pasado un tiempo cuando supe que mi tío estaba pensando vender a Bucaná, la última yegua que le quedaba… pero no era sólo “una yegua”, sino una de las mejores yeguas que él había encastado… y una de mis preferidas… así que la compré y probé echándole a Labriego… Bucaná me dio un potro muy, muy fino, pero le faltaba el empuje y los posteriores que yo había visto en los Colombianos…

Fue entonces que decidí cruzarla con Nevado, que había llamado mi atención por su brío y fenotipo… y más tarde con Petrolero, uno de mis preferidos entre los Caballos de Paso Colombiano… Bucaná siempre había tenido problemas de ovulación y ninguno de esos dos cruces (o ningún otro) pudo darse por más que tratamos de empadronarla… Aún así, Bucaná siempre fue “mi yegua”… la que yo montaba cada vez que iba a las cuadras… y que sólo vino a ser sustituida por Labranza muchos años después…

Comentarios de otras personas

  1. Oye Romualdo me quede con las ganas. Esperaba otra pagina en tu historia. Que paso con La Cenicienta? y con el hijo de Labriego? Y quien es Labranza?

  2. Hola Luis!!! Estos artículos eran para abrir el apetito y sentar la tónica del blog…

    De La Cenicienta te cuento que salió muy fina y delicada, pero como muchos productos del cruce PR/Col, no cumplió con las expectativas que teníamos para ella… a los cuatro años se nos enfermó y estuvimos luchando con ella por cuatro o cinco meses, pero no pudimos recuperarla…

    El hijo de Labriego se llamaba Caliente de Bucana… pero aunque de potrito parecía que echaba chispas, cuando lo montamos era solamente un brasita… así que acabamos vendiéndolo para paseo…

    ¿Quién era Labranza?… pues lo que te pueda decir es poco… es de esos ejemplares que tenemos una sola vez en la vida… hija de Labriego en Diorama… la compramos cuando tenía 17 años y en no muy buenas condiciones… la recuperamos, la terminamos de domar, la preñamos (de Kolibrí II) y se nos murió de parto… de aquí que buscando esa sangre conseguimos a Serranía… a ver si finalmente le podemos sacar un cría…

    Te dije que Labranza era, como dicen, “de mil uno y de cien ninguno”… y pensé que nunca iba a tener una yegua como esa… pero Papito Dios es grande y quiso hacerme un regalito espectacular… te cuento que así de buena como era Labranza, Buenaventura es mejor… no queremos enseñársela a mucha gente hasta debutarla en las Nacionales… pero tú eres “de la casa”, tienes una invitación abierta para cuando quieras…

    ….ah, y a ver si nos vemos en las próximas competencias!!! Tengo que contarte de los puppies (me quedé con tres y están hermosos!!!)…

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