A través de la experiencia con Don Romualdo en el Show Internacional de Ponce fue que empecé a darme cuenta que mi percepción sobre el Paso Fino, y aquellas cosas -como la naturalidad- que yo valoraba en mis ejemplares, no eran prioridad para aquellas entidades que regulan los Caballos de Paso Colombiano… Sin embargo, ellos ponían un peso muy grande sobre otras características que eran meramente cosméticas -como las marcas blancas- y que no influían para nada en la calidad de los ejemplares…

Esto hizo que comprendiera lo que el Purismo había dicho por muchos años… que el Paso Colombiano y el Paso Fino Puertorriqueño son dos razas distintas, cada una con sus características propias y determinadas… No se trata de dos versiones, o dos enfoques, o dos visiones distintas sobre lo que debe ser el Paso Fino… sino dos razas diferentes y dos países de origen, cada uno con una meta definida hacia donde querían dirigir su raza particular…

Comprender esto cambió totalmente mi enfoque hacia el deporte… por primera vez en muchos años tenía una dirección clara hacia donde quería caminar… y era de regreso a mis raíces en el Purismo… Lo primero que hice fue vender mi yegua media sangre… para darme a la tarea de buscar una yegua pura que me sirviera para encastar… y en una fiesta por el Día de los Padre, mi primo me dijo que había encontrado la yegua que yo buscaba… se llamaba Labranza… y en ese momento, lo único que sabía de ella es que era hija Labriego en Diorama, su madre…

Labranza había sido encastada por Frank Delgado… y pertenecía a Manuela Dávila, viuda de Pachín González, quien la tenía prestada en una finca en Barranquitas… Manuela no la veía hacía un par de años y había decidido venderla… pero, a pesar de estar recién parida, la yegua tenía problemas reproductivos y ninguno de los amigos de Pachín se había interesado en ella…

Cuando llegué con mi primo a verla nos encontramos con una yegua madura de casi diecisiete años, grande y bien conformada… pero en unas condiciones pésimas… a decir verdad, creo que no he visto una yegua tan flaca como aquella… La tenían en un pequeño cepo de tierra, con una potranquita de tres o cuatro meses a su lado… y la potranca, a pesar de no ser de un padrote reconocido, lucía bastante bien…

Labranza no estaba en condiciones de montarse… y si lo hubiera estado, me dijeron que la yegua no estaba domada… así que entre el interés por sus líneas… la curiosidad por el vigor genético de un inbreeding tan fuerte… y la pena por las condiciones de la yegua… llamé a Manuela…

La “negociación” tardó unos días… realmente estaba interesado en ella, pero me preocupaba la condición en que estaba… y los problemas que tenía, no para quedar preñada, sino para llevar el embarazo a término… pero finalmente me decidí y fuimos a buscar a Labranza…

Inmediatamente empezamos a darle un cuido especial… lo primero que había que hacer era ponerla en condición, así que llamé a Manolo Jiménez, mi veterinario… se le pusieron unos sueros… se desparasitó… se vacunó… se le arreglaron los dientes… y se comenzó con una dieta alta en calorías para ayudarla a subir de peso… Se dice rápido, pero los progresos fueron muy lentos al principio… poquito a poco fue ganando peso y cogiendo más vida… hasta que recobró todo su esplendor…

Recuerdo que Andrés me llamó una mañana y me dijo que había montado a Labranza: “está crudita, pero deja que la veas… ¡es un avión!!!”… y la verdad es que la yegua impresionaba por su finura y rapidez… y a pesar de que todavía peleaba por la boca, se quedaba parada en el mismo sitio: taca-taca-taca-taca…

Durante este tiempo empecé a frecuentar de nuevo los eventos Puristas… ¡había que buscarle un novio a Labranza!… pero más que las líneas, yo quería encontrar un caballo con una mecánica de movimientos similar a la de ella… y un día, en una Copa Minín Kuilan, encontré un caballo que era perfecto para Labranza… se llamaba El Escamoso…

Hablé con su dueño, Radamés Cruz, y colectamos el caballo para inseminar la yegua… pero lamentablemente Labranza no quedó preñada… y cuando llegó el próximo celo, nos encontramos con la triste noticia de que el caballo había muerto… Sin duda, esta fue una gran pérdida para el Paso Fino porque El Escamoso era un caballo extraordinario y a pesar de sus muchas buenas cualidades, no dejó descendencia…

Entonces Manolo, que ya había empezado a tratar a Labranza con hormonas por su problema reproductivo, me sugirió que no usáramos inseminación, sino monta directa… así que nos decidimos por Kolibrí II, que estaba en las mismas cuadras que Labranza…

Kolibrí había sido un Campeón en la Asociación Nacional en la década de los ’80… un caballo muy fino y de muchísima raza… y aunque no era exactamente el cruce que yo deseaba hacer, tampoco me parecía un mal cruce… y en ese momento, la prioridad era preñarla… pensábamos que ya vendrían otros partos…

Durante su preñez, Andrés terminó de embocar a Labranza… y siempre tuvimos la ilusión de llevarla a una competencia, aunque sólo fuera a exhibirla… Aquellos que tuvieron la oportunidad de verla comprenden lo que significó Labranza para nosotros… no sólo una de las mejores hijas de Labriego… sino, sin lugar a duda, una de las mejores yeguas que ha tenido el Purismo…

Cuando llegó el momento del parto, surgieron complicaciones… Labranza traía una potranca alazana, como su padre… pero la potranca venía al revés… lo triste es que Labranza siempre lució tranquila y nunca nos dio indicios de que había algún problema… y cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde y perdimos ambas, la yegua y la potranca…

Cuando murió Labranza perdí todo el interés por los caballos… a pesar de que me quedaba un potro colombiano, a veces pasaban meses sin visitar las cuadras… dejé de ir a las competencias… y no me interesaba ver otras yeguas, porque sabía que no iba a encontrar otra Labranza…

Así pasaron dos años, hasta que un día me encontré con un amigo, José Pérez, que es juez internacional y acostumbra juzgar en los eventos Puristas… José empezó a contarme de esa “nueva cosecha” de potros y potrancas que se estaba viendo en las pistas… la verdad es que me contagió su entusiasmo… y aquí estamos… de vuelta, nuevamente, en el Purismo… hasta encontré una potranquita, Buenaventura, que difícilmente podrá ser otra Labranza… pero que pienso disfrutármela al máximo como si lo fuera…

Bueno amigos… con este artículo termino de contarles un poquito sobre mi trayectoria en los caballos… y aunque estos son sólo pedacitos de una larga historia, no se imaginan lo mucho que he disfrutado recordando estás anécdotas con ustedes… y muchas otras que me reservo por ahora…

Para el próximo artículo tengo pensado hablarles de un tema que hemos discutido en PasoFinoForum… y que creo es de vital importancia en este momento histórico que atraviesa el Purismo: la unidad en el Paso Fino…

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