Por Antonio Ramírez Córdova

Dichos de Antón sobre el Caballo Puertorriqueño de Paso Fino (9)

Antón dijo, adoptando un gesto grave, después de pedir un plato de arroz con habichuelas, amarillos y ensalada verde, que es una desgracia inexplicable, que el deporte del paso fino ya esté contaminado para siempre. Luego repitió varias veces, ¡una desgracia!


Y eso, que Antón no estuvo ayer en la Copa de la Montaña ni miró las redes esta mañana antes de escribir este dicho. Pero como yo sí me enteré, quisiera explicarte algo: Para que el deporte progrese lo primero que debe existir es el respeto. Respeto de mí para ti y de ti para mí. Tú sabes, esto es como una carretera de dos vías, si uno invade el carril del otro es indudable que va a haber un accidente.

En este asunto de los juzgamientos pasa igual. Los dueños no están obligados a participar de una competencia. Pero si deciden llevar sus caballos tienen que ir con dos sacos, el de ganar y el de perder. Sobre todo, tienen que ir con el compromiso de aceptar los laudos que den esos jueces. Eso es respeto para la entidad que organiza la competencia y respeto para el deporte.

¿Y qué hay del respeto a los dueños?, alguno estará pensando. Claro que tiene que existir, pero como dice el refrán, no todo lo que brilla es oro… ¡Pues igualito! No todo el que se queja tiene razón. Si algo he aprendido en todos los años que llevo en el Paso Fino es que los juzgamientos nunca son tan “malos” como dicen los que perdieron… ni tan “buenos” como dicen los que ganaron. Los dueños tienen que aprender a ver sus ejemplares objetivamente. Lamentablemente, en el purismos muchos ponen sus animales en pedestales de cristal y les dan títulos de campeones desde sus corazones. Tenemos que tener respeto por nuestros ejemplares y eso se logra viéndolos tal cual son, con sus virtudes y sus defectos (que por lo general son muchos).

No tapo el cielo con la mano, hay veces que las decisiones son incorrectas. En un deporte de apreciación con reglamentos vagos, deficientes y obsoletos eso es inevitable. Pero cuando eso ocurre, el dueño que siente que han sido injustos con su ejemplar, tiene mecanismos para quejarse con la entidad que organiza la competencia y con las organizaciones que regulan los jueces (recordemos que además de certificados, los jueces profesionales están colegiados y deben responder al comité de ética de su organización). Usar las redes y los chats para desahogar la inconformidad no sólo es inútil, sino que le falta el respeto a la raza. Recordemos siempre que los trapos sucios se lavan en casa, y despotricar en público llega tanto a los oídos de los amantes como de los detractores de la raza.

Todas las cosas se pueden mejorar, incluyendo los juzgamientos. Para eso primero hay que reconocer las raíces del problema, que son varias y complejas. Y la solución tiene que ser una de consenso que recoja el sentir de todos los puristas y busque, ante todo, el bienestar de la raza y la justicia en el deporte. Eso no sólo es respeto para el gremio, sino para el legado que hemos recibido de nuestros antepasados, los arquitectos de la raza.

Antón, perdona que le haya dado un giro a tu dicho, yo sé que tú te refieres a la contaminación de todo lo colombiano, pero a mí me preocupa una contaminación mucho más grave… la de los egos. Sin duda, ¡una verdadera desgracia!


Acompaño este dicho con una foto de los actos protocolares de la Feria del Campo de 2012 en el Coliseo Roberto Clemente. Aquí vemos como la bandera de Puerto Rico ondea orgullosa de la mano de Peter Kuilan, que monta a Pedestal Boricua (Lord de Soberano en Loipa por Plebeyo). En esta competencia Pepe me dijo que Luis Ortiz estaba vendiendo a Orgullo de Réplica, dos semanas más tarde ella estaba llegando a las cuadras de Andrés en Naranjito.

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