Majestad

by Romualdo on July 22, 2021 in Paso Fino

Un microrrelato sobre el Paso Fino por Antonio Ramírez Córdova

Vio por primera vez un caballo de paso fino montado por un diestro jinete y pensó en la majestad y la perfección de Dios. Festejó su presencia con su sombrero al aire y con un rezo.

Majestad

Hermoso el pequeño cuento de Antonio… pequeño en palabras, pero inmenso en el significado que encierra.

Nuestra raza es una de caballos majestuosos… La elegancia de sus formas. La arrogancia con que ejecutan el Paso Fino. La suavidad de su marcha. La comodidad de su jinete. Pocas razas hay que tengan la magnificencia y dignidad que tiene el caballo puertorriqueño de Paso Fino. Y sin duda alguna, son una cabalgadura digna de todo un rey. Tan es así que el autor lo compara con “la perfección de Dios”. ¡Esas son palabras mayores!

Honestamente creo que nuestra raza tiene un lugar muy especial en el Corazón del Creador. Lo creo porque si no fuera así no habría sobrevivido todo lo que ha tenido que enfrentar. No sé tú, pero yo a veces pienso que es un milagro que nuestra raza todavía siga en pie. Es más, me atrevería a asegurar que Dios es un “purista” de pura cepa… y el Paso Fino fue diseñado por Él mismo para ser el caballo más fino del mundo.


Aunque Antonio no lo dice en su microrrelato, aquel primer caballo de Paso Fino que él vio siendo apenas un niño y en el que se inspira su escrito fue Dos de Mayo, un hijo de Dulce Sueño en la yegua Sirena (por Regalo). Carlos Matos Zeno fue su dueño y una vez le escuché decir a David Lang que Dos de Mayo fue el hijo de Dulce Sueño que más se pareció a su padre.

Majestad

Cuenta Antonio que siendo un niño fue a una competencia en Bayamón y allí vio por primera vez a Dos de Mayo. Dice que de inmediato quedó cautivado por la belleza de aquel caballo y aunque no ganó el primer premio, él no se le despegaba del lado a su montador. Los caballos en aquella época eran diferentes a los que tenemos hoy en día. Tal vez no eran tan refinados como los actuales, pero eran caballos grandes, hermosos e impresionantes. Imagínate que aquel día a Dos de Mayo lo trajeron montado desde Río Piedras hasta Bayamón para competir, y luego regresar montado. ¿Cuántos caballos actualmente podrían hacer eso? Cosas para pensar…

Fotos:
1- Montado por su dueño Carlos Matos Zeno, de la colección de Paquito Rodríguez.
2- Exhibido Eusebio Massó Ledde aún siendo un potro, de la colección de David Lang.

Dichos de Antón sobre el Caballo Puertorriqueño de Paso Fino (14)

by Romualdo on July 20, 2021 in Paso Fino

Por Antonio Ramírez Córdova

Antón pidió un bocadillo de mantequilla de maní y levantó la mano, que parecía flotar en el aire y dijo que los reglamentos del paso fino tal parece que le permite a los jueces que hablen o cuchicheen entre ellos antes de emitir el correspondiente laudo, cosa que según él resulta sospechoso, lúgubre, de mal gusto y rotundamente antiético, puesto que se presume que conocen el abc de dicho deporte. Luego, después de un breve silencio, subrayó que todo juez le debe responder a su buena conciencia, una vez haya acumulado en su sapiencia, la imparcialidad y la pulcritud. Entonces, se bebió su consabido trago de ron blanco y guardó silencio.

Dichos de Antón sobre el Caballo Puertorriqueño de Paso Fino (14)

Hace unos días Minincito Kuilan pidió que le preguntáramos a Antón “qué el piensa sí a éstos magníficos jueces los ponen a juzgar por separado y a entregar tarjetas con resultados sin tener que hablar entre ellos”. El Dicho de hoy es la respuesta que Antón le envía a Minincito.

La realidad es que aunque nosotros juzgamos a nuestros caballos siempre de la misma forma, esa no es la única manera de hacerlo. Y me refiero a todo lo que envuelve la competencia, no sólo la comunicación entre los jueces. Por ejemplo, cuando el deporte comenzó no había recorrido individual, ni figura del “8”, ni tabla de resonancia. Eso se añadió para darle uniformidad a las pruebas y que todos los ejemplares tuvieran que cumplir con unos mismos requisitos durante la competencia.

En el caso de los jueces, en aquella época la votación se hacía asignándole puntos a una serie de características: posición de cabeza, quietud de ancas, reunión, aplomos, etc… los jueces iban anotando los puntos de cada ejemplar en su tarjeta de votación y al final esas tarjetas se sumaban en la mesa de cómputos y se daba el laudo según los puntos que había recibido cada ejemplar. En aquella época los jueces no se hablaban entre ellos… y tampoco había explicaciones al final de los eventos.

Esa es la razón básica—la explicación—por la que los jueces se consultan entre sí. Sin consulta no puede haber un consenso (en nuestras competencias actuales los jueces se tienen que poner de acuerdo en qué posición tiene cada ejemplar), y sin un consenso no puede haber una explicación del por qué se dieron esas posiciones. Hoy en día todas las decisiones son unánimes, por eso cualquiera de los jueces puede explicar la decisión (dentro de sus capacidades como comunicadores).

No estoy diciendo que un sistema sea mejor o peor que él otro, cada uno tiene sus ventajas y desventajas. Más aún, creo que sería provechoso experimentar con otras formas de evaluar nuestros ejemplares. Pero esas nuevas formas tienen que partir de un conocimiento correcto de lo que se busca en una competencia de Paso Fino (muchos dueños actuales no entienden la forma como se juzgan los ejemplares).

Lo que me llama la atención, tanto en la pregunta de Minincito como en la respuesta de Antón, es que ellos infieren que los jueces hacen algo “malo” cuando se hablan entre ellos. En eso no puedo estar de acuerdo.

Tenemos que partir del supuesto de que los jueces son personas íntegras, capaces y de moral probada. Recordemos que los jueces profesionales pertenecen a una organización que tiene un comité de ética que los evalúa. También debemos entender que la entidad que organiza la competencia ha evaluado su desempeño anterior y los escogen porque piensan que están calificados para hacer su trabajo. Al final del día, si alguien no está satisfecho con la decisión que recibió su ejemplar y piensa que los jueces obraron indebidamente, tiene la facultad para radicarles una querella con la organización a la que pertenecen.

Los que tienen unos añitos en el Paso Fino recordarán los juzgamientos en la época antes que usáramos los jueces profesionales. Los jueces no se consultaban y se votaba por tarjetas, pero eso no era una garantía de imparcialidad y justicia en los laudos. Al contrario, eran muchas las veces donde se sabía de antemano cuál era el caballo ganador, no por sus méritos, sino porque los jueces se habían escogido para darles el premio a tal o cual caballo. Voy más allá, recuerdo una competencia donde unos jueces juzgaron todo el día y se trajeron jueces nuevos para el evento de campeonato. Ese día, el ganador estaba escogido antes de que los ejemplares entraran al picadero… y los jueces no se consultaron entre sí y llenaron sus tarjetas de votación.

Lo que quiero decir es que en la época del “panismo” los chanchullos eran la orden del día, por eso se trajeron los jueces profesionales al deporte, para darle seriedad e imparcialidad a los juzgamientos. Los que vivimos esa época reconocemos el gran adelanto que significó usar los jueces profesionales.

Hay un refrán que dice que la calentura no está en las sábanas… siempre habrá personas que no estarán de acuerdo con los jueces (lo vimos en la encuesta que se hizo en PasoFinoRazaAutóctona), pero su problema con los jueces no necesariamente está en los juzgamientos…


Foto del gran Freko, hijo de Cialito en Furiosita, propiedad de Diego Suárez y montado por Minín Kuilan. Freko fue sinónimo de finura en su época, era un lujo ver a Minín girarlo en la misma tabla sin que Freko perdiera su ritmo, ni su reunión, ni su finura.

Dichos de Antón sobre el Caballo Puertorriqueño de Paso Fino (13)

by Romualdo on July 14, 2021 in Paso Fino

Por Antonio Ramírez Córdova

Antón dijo con voz reposada, que volverá a escribir los dichos dedicados al paso fino, porque supo que en un reconocido programa dedicado a dicho deporte fueron elogiados por entendidos en dichos asuntos. Luego, después de un largo trago de ron habló largamente del novelista norteamericano Ernest Hemingway y su novela el Viejo y el mar, donde dice en una de sus páginas que el hombre puede ser derrotado pero jamás vencido o destruido y que eso lo anima a seguir escribiendo en defensa del paso fino para que imperen siempre los juzgamientos patrióticos y confiables. Luego, después de una pausa, añadió que sus palabras seguirán siendo fuertes como la claridad.

Dichos de Antón sobre el Caballo Puertorriqueño de Paso Fino (13)

Anoche hablé con Antón y me preguntó sobre los juzgamientos en las últimas dos competencias. Según me dijo, un amigo montador le había contado de lo buenos que habían estado. Pero, como buen soldado en medio de la batalla, me espetó que dos golondrinas no hacían verano… como diciéndome que dos buenos juzgamientos no resuelven un problema de años.

Tengo que reconocer que Antón tiene razón en una cosa: lo bueno de los juzgamientos en las últimas dos competencias no significa nada si no son el comienzo de un cambio más profundo y permanente. Por ahí se acercan las Insulares (y la Insular necesita reivindicarse de las críticas que recibió en la Copa de la Montaña), la Feria del Campo y la Feria Dulce Sueño. Esperemos que las entidades hayan escuchado el beneplácito con que sus socios han acogido a estos tres jueces.

Lo que sí quedó demostrado—esta es una nota mía, posiblemente Antón siga pensando distinto—es que el problema de los juzgamientos no depende de si los jueces son profesionales o “puristas”, sino de lo apartado que están muchos ejemplares de la definición de Paso Fino. Por ahí se empieza…


Foto de Azúcar del Viento, yegua extraordinaria hija de Labriego en Néctar de Campanero. Patuda, fina, reunida, briosa, elegante… era una yegua completísima. Solamente dejó un hijo con Campanero, Aguinaldo del Viento, el padre de La Nueva Era del Arpegio, la nueva campeona de la Federación que se alzó con el Gran Campeonato de Yeguas en la Copa Minín Kuilan. Azúcar del Viento le perteneció a José Vientós, la foto la monta Abinadal Cancél (El Colora’o). Foto por Jo-Ann Ferré-Crossley (Arsdelicata.com).

Encastando para mejorar la raza

by Romualdo on July 5, 2021 in Paso Fino

Desde hace mucho tiempo sabemos que, en promedio, la calidad de las hembras es superior a la de los machos. Dicho de otra manera, tenemos muchas más hembras buenas que machos buenos. Eso no sería necesariamente un problema si la calidad en los machos fuese estable, pero en la práctica podemos constatar que la calidad de los machos viene descendiendo con cada generación. Lo comenté en el programa de Paso Fino, Raza Autóctona de Puerto Rico, pero quisiera volver a explicarlo para los que no pudieron ver el programa.

Encastando para mejorar la raza, foto de Labriego

Comencemos por Dulce Sueño… en su tiempo no existía el deporte (después entenderás por qué esto es importante), sino que el deporte comienza formalmente al fundarse la Asociación de Dueños de Caballos de Silla (el nombre original de la Federación). Dulce Sueño produjo un buen grupo de hijos que lo sobrepasaban en calidad, un grupo de hijos que eran mejor que él: Guamaní, Dulce Sueño Jr, Caramelo, Duce, Nochebuena y Batalla.

De Dulce Sueño vamos a dar un salto a su nieto Arco Iris, probablemente uno de los sementales que más ha influenciado la raza después de su abuelo. Beltrán lo adquirió en 1957 para usarlo como semental, el caballo tenía 16 años y apenas tenía dos o tres hijos inscritos cuando él lo compró. Arco Iris tuvo 15 crías en total y produjo cuatro hijos que fueron superiores a él: Kofresí, Don Toquí, Carabalí y Bizcocho. Beltrán selecciono a Arco Iris por sus cualidades, no por sus premios.

Kofresí nació en 1958 y revolucionó el deporte unos años más tarde cuando debutó. Es interesante, pero antes de Kofresí ya había caballos con un andar reunido y repicado, sin embargo, no es hasta que Kofresí sale a la pista que ese estilo de ejecutar el Paso Fino se convierte en el ideal. Tanto fue el furor de los pasofinistas que todos quería tener otro Kofresí, así que los criadores se dedicaron a cruzar muchas de sus yeguas con Kofresí y sus hijos. Esta se convirtió en la línea de moda y se mantuvo así por muchos años.

Kofresí tuvo más de 150 crías, no obstante, solamente uno de sus hijos estuvo a la altura de su padre. Me refiero a Siboney el Brujo, que curiosamente dejó poca descendencia. Kofresí tuvo muchos otros hijos buenos, pero ninguno llegó a tener la calidad de su padre. Plebeyo, Brujo de Kofresí, Cialito, Kofresí II (Petrocheli), Kopeki, Bucanero, Corsario, Toro Negro, Voltio, Picaflor, Zaphiro, Ulesati… todos ellos fueron muy buenos ejemplares y obtuvieron grandes premios, pero ninguno llegó a calzar los zapatos de Kofresí en cuanto a calidad.

Después vino Cialito, un caballo que se puso de moda por su finura y fondo de raza. Cialito, al igual que su padre, tuvo cerca de 150 crías. Entre ellos podemos destacar dos hijos que le superaron: Freko, que no produjo nada de importancia, y Labriego. Los demás hijos, aunque hubo algunos buenos caballos, no llegaron a la calidad de Cialito.

Labriego fue un fenómeno similar a Kofresí. Sus gestas compitiendo exitosamente en el movimiento colombiano le ganaron una gran fanaticada y un sitial preferencial entre los criadores. Durante su trayectoria como reproductor Labriego tuvo cerca de 260 crías, pero entre ese grupo considerable de hijos e hijas, solamente hubo 2 hijos que, aunque no le sobrepasan en calidad, llegaron a estar a su altura: Sol Naciente y Paraíso de la Costa. Labriego tuvo otros hijos buenos, pero ninguno se acercó a tener la calidad de su padre.

Si estudiamos algunos de los sementales más importantes de nuestra raza moderna, observaremos que ninguno de ellos produjo un hijo que estuviera a su mismo nivel de calidad: Don Toquí tuvo cerca de 120 crías… Carabalí tuvo cerca de 60 crías… Picaflor tuvo más de 100 crias… Zaphiro tuvo cerca de 100 crías… Campanero tuvo más de 70 crías… Cuentas Claras tuvo más de 90 crías… Bucanero tuvo más de 100 crías… Brujo de Kofresí tuvo cerca de 110 crías… Plebeyo tuvo casi 100 crías… Soberano de Cibuco Jr tuvo cerca de 20 crías… Don Coquí tuvo cerca de 60 crías… Lord de Soberano (hijo de Soberano de Cibuco Jr) tuvo más de 120 crías… Réplica de Majestuoso tuvo cerca de 40 crías… y ninguno de los hijos de estos sementales estuvieron al nivel de calidad de sus padres.

¿Qué nos dice esto? Que generación tras generación, la raza ha venido perdiendo calidad en los caballos que usamos como sementales. Por eso en un escrito pasado invitaba a fijarnos en la calidad de los caballos que había en los años 60, 70 y 80, y decía que los campeones de aquella época no solo estarían al nivel de los actuales, sino que estarían ganando por un margen amplio. No se trata de vivir en el pasado, sino de reconocer la merma considerable de calidad que ha sufrido la raza.

Lo voy a decir en una forma simple… cada año los jueces tienen que escoger un campeón en cada una de las entidades y cada año—salvo muy pocas excepciones—el nuevo campeón tiene menos calidad que el campeón del año anterior. Es un patrón que llevamos repitiendo año tras año por décadas, pero en los últimos años se ha hecho más evidente la falta de calidad.

Desde que el deporte ocupó un lugar preferencial sobre la raza, el criterio para encastar que utilizan la mayoría de los criadores está basado en las cintas. Se ponen de moda los caballos que ganan premios y se utilizan como sementales, indistintamente de sus virtudes y defectos. Por ejemplo, entre los caballos que mencionaba anteriormente hay caballos faltos de brío, caballos con aplomos deficientes, caballos con mala conformación (especialmente los cuellos), caballos con problemas serios de naturalidad y sostenimiento, caballos sin elasticidad, caballos con mal temperamento. Sin embargo, los criadores se cegaron pensando que estos caballos pasarían la virtud que poseía sin transmitir sus defectos.

La culpa no es sólo de los criadores. Las entidades que regulan el deporte no tomaron medidas para mantener la naturalidad de los ejemplares en las competencias. No hablo de la naturalidad del ritmo, sino de que los ejemplares se presenten tal y cual son, sin estar habilitados. Las competencias actuales permiten que los montadores realcen las virtudes de sus animales (cosa que está muy bien), pero también fomenta que estos escondan los defectos. No debería sorprenderle a nadie que al usar un caballo habilitado como semental no salga la cría que se esperaba (en la genética se pasa lo que el caballo es, no lo que el entrenador ha hecho con él).

El modelo que estamos usando los criadores es deficiente. La prueba está en las pistas de competencias. Si el modelo fuera acertado, la calidad de los ejemplares hubiera mejorado. Tenemos que volver a encastar para la raza, buscando las cualidades que hacen que un caballo de Paso Fino sea de PASO FINO. Los criterios no pueden ser si el caballo tiene premios, o si el servicio me lo regalan, o si el semental me queda cerca… los cruces tienen que estar pensados para buscar caballos naturales, reunidos, finos, elásticos, bien construidos (buena conformación), briosos, mansos y CON LOS MENOS DEFECTOS POSIBLE.

Como criadores deberíamos preguntarnos, ¿con este cruce que voy a hacer, voy a sacar una cría mejor que sus padres? Así es como mejora la raza, produciendo una próxima generación mejor que la anterior… mejor en todos los sentidos, no solamente en una o dos cualidades. Si no cambiamos nuestra visión sobre la raza y comenzamos a encastar para mejorarla, esta seguirá en descenso hasta que llegue al punto que no podamos recuperarla.


Foto de Labriego (Cialito en Diorama), uno de los caballos más influyentes en la raza moderna y el caballo Puro que más descendencia ha dejado (cerca de 260 hijos e hijas). La foto fue tomada en el año 2003 en Cidra, Labriego tenía 22 años. Gracias a Denisse Cancel por la foto (de la colección de Phyllis Gaudreau).