Desde hace mucho tiempo sabemos que, en promedio, la calidad de las hembras es superior a la de los machos. Dicho de otra manera, tenemos muchas más hembras buenas que machos buenos. Eso no sería necesariamente un problema si la calidad en los machos fuese estable, pero en la práctica podemos constatar que la calidad de los machos viene descendiendo con cada generación. Lo comenté en el programa de Paso Fino, Raza Autóctona de Puerto Rico, pero quisiera volver a explicarlo para los que no pudieron ver el programa.

Encastando para mejorar la raza, foto de Labriego

Comencemos por Dulce Sueño… en su tiempo no existía el deporte (después entenderás por qué esto es importante), sino que el deporte comienza formalmente al fundarse la Asociación de Dueños de Caballos de Silla (el nombre original de la Federación). Dulce Sueño produjo un buen grupo de hijos que lo sobrepasaban en calidad, un grupo de hijos que eran mejor que él: Guamaní, Dulce Sueño Jr, Caramelo, Duce, Nochebuena y Batalla.

De Dulce Sueño vamos a dar un salto a su nieto Arco Iris, probablemente uno de los sementales que más ha influenciado la raza después de su abuelo. Beltrán lo adquirió en 1957 para usarlo como semental, el caballo tenía 16 años y apenas tenía dos o tres hijos inscritos cuando él lo compró. Arco Iris tuvo 15 crías en total y produjo cuatro hijos que fueron superiores a él: Kofresí, Don Toquí, Carabalí y Bizcocho. Beltrán selecciono a Arco Iris por sus cualidades, no por sus premios.

Kofresí nació en 1958 y revolucionó el deporte unos años más tarde cuando debutó. Es interesante, pero antes de Kofresí ya había caballos con un andar reunido y repicado, sin embargo, no es hasta que Kofresí sale a la pista que ese estilo de ejecutar el Paso Fino se convierte en el ideal. Tanto fue el furor de los pasofinistas que todos quería tener otro Kofresí, así que los criadores se dedicaron a cruzar muchas de sus yeguas con Kofresí y sus hijos. Esta se convirtió en la línea de moda y se mantuvo así por muchos años.

Kofresí tuvo más de 150 crías, no obstante, solamente uno de sus hijos estuvo a la altura de su padre. Me refiero a Siboney el Brujo, que curiosamente dejó poca descendencia. Kofresí tuvo muchos otros hijos buenos, pero ninguno llegó a tener la calidad de su padre. Plebeyo, Brujo de Kofresí, Cialito, Kofresí II (Petrocheli), Kopeki, Bucanero, Corsario, Toro Negro, Voltio, Picaflor, Zaphiro, Ulesati… todos ellos fueron muy buenos ejemplares y obtuvieron grandes premios, pero ninguno llegó a calzar los zapatos de Kofresí en cuanto a calidad.

Después vino Cialito, un caballo que se puso de moda por su finura y fondo de raza. Cialito, al igual que su padre, tuvo cerca de 150 crías. Entre ellos podemos destacar dos hijos que le superaron: Freko, que no produjo nada de importancia, y Labriego. Los demás hijos, aunque hubo algunos buenos caballos, no llegaron a la calidad de Cialito.

Labriego fue un fenómeno similar a Kofresí. Sus gestas compitiendo exitosamente en el movimiento colombiano le ganaron una gran fanaticada y un sitial preferencial entre los criadores. Durante su trayectoria como reproductor Labriego tuvo cerca de 260 crías, pero entre ese grupo considerable de hijos e hijas, solamente hubo 2 hijos que, aunque no le sobrepasan en calidad, llegaron a estar a su altura: Sol Naciente y Paraíso de la Costa. Labriego tuvo otros hijos buenos, pero ninguno se acercó a tener la calidad de su padre.

Si estudiamos algunos de los sementales más importantes de nuestra raza moderna, observaremos que ninguno de ellos produjo un hijo que estuviera a su mismo nivel de calidad: Don Toquí tuvo cerca de 120 crías… Carabalí tuvo cerca de 60 crías… Picaflor tuvo más de 100 crias… Zaphiro tuvo cerca de 100 crías… Campanero tuvo más de 70 crías… Cuentas Claras tuvo más de 90 crías… Bucanero tuvo más de 100 crías… Brujo de Kofresí tuvo cerca de 110 crías… Plebeyo tuvo casi 100 crías… Soberano de Cibuco Jr tuvo cerca de 20 crías… Don Coquí tuvo cerca de 60 crías… Lord de Soberano (hijo de Soberano de Cibuco Jr) tuvo más de 120 crías… Réplica de Majestuoso tuvo cerca de 40 crías… y ninguno de los hijos de estos sementales estuvieron al nivel de calidad de sus padres.

¿Qué nos dice esto? Que generación tras generación, la raza ha venido perdiendo calidad en los caballos que usamos como sementales. Por eso en un escrito pasado invitaba a fijarnos en la calidad de los caballos que había en los años 60, 70 y 80, y decía que los campeones de aquella época no solo estarían al nivel de los actuales, sino que estarían ganando por un margen amplio. No se trata de vivir en el pasado, sino de reconocer la merma considerable de calidad que ha sufrido la raza.

Lo voy a decir en una forma simple… cada año los jueces tienen que escoger un campeón en cada una de las entidades y cada año—salvo muy pocas excepciones—el nuevo campeón tiene menos calidad que el campeón del año anterior. Es un patrón que llevamos repitiendo año tras año por décadas, pero en los últimos años se ha hecho más evidente la falta de calidad.

Desde que el deporte ocupó un lugar preferencial sobre la raza, el criterio para encastar que utilizan la mayoría de los criadores está basado en las cintas. Se ponen de moda los caballos que ganan premios y se utilizan como sementales, indistintamente de sus virtudes y defectos. Por ejemplo, entre los caballos que mencionaba anteriormente hay caballos faltos de brío, caballos con aplomos deficientes, caballos con mala conformación (especialmente los cuellos), caballos con problemas serios de naturalidad y sostenimiento, caballos sin elasticidad, caballos con mal temperamento. Sin embargo, los criadores se cegaron pensando que estos caballos pasarían la virtud que poseía sin transmitir sus defectos.

La culpa no es sólo de los criadores. Las entidades que regulan el deporte no tomaron medidas para mantener la naturalidad de los ejemplares en las competencias. No hablo de la naturalidad del ritmo, sino de que los ejemplares se presenten tal y cual son, sin estar habilitados. Las competencias actuales permiten que los montadores realcen las virtudes de sus animales (cosa que está muy bien), pero también fomenta que estos escondan los defectos. No debería sorprenderle a nadie que al usar un caballo habilitado como semental no salga la cría que se esperaba (en la genética se pasa lo que el caballo es, no lo que el entrenador ha hecho con él).

El modelo que estamos usando los criadores es deficiente. La prueba está en las pistas de competencias. Si el modelo fuera acertado, la calidad de los ejemplares hubiera mejorado. Tenemos que volver a encastar para la raza, buscando las cualidades que hacen que un caballo de Paso Fino sea de PASO FINO. Los criterios no pueden ser si el caballo tiene premios, o si el servicio me lo regalan, o si el semental me queda cerca… los cruces tienen que estar pensados para buscar caballos naturales, reunidos, finos, elásticos, bien construidos (buena conformación), briosos, mansos y CON LOS MENOS DEFECTOS POSIBLE.

Como criadores deberíamos preguntarnos, ¿con este cruce que voy a hacer, voy a sacar una cría mejor que sus padres? Así es como mejora la raza, produciendo una próxima generación mejor que la anterior… mejor en todos los sentidos, no solamente en una o dos cualidades. Si no cambiamos nuestra visión sobre la raza y comenzamos a encastar para mejorarla, esta seguirá en descenso hasta que llegue al punto que no podamos recuperarla.


Foto de Labriego (Cialito en Diorama), uno de los caballos más influyentes en la raza moderna y el caballo Puro que más descendencia ha dejado (cerca de 260 hijos e hijas). La foto fue tomada en el año 2003 en Cidra, Labriego tenía 22 años. Gracias a Denisse Cancel por la foto (de la colección de Phyllis Gaudreau).

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